Esta semana en El Senado de Alicante Plaza terminamos con el serial dedicado a la Universidad y a sus disyuntivas. Como no podía ser de otro modo, los alumnos debían tener su espacio de diálogo en el que analicen sus preocupaciones. Nos acompañan en la tertulia de hoy, Enrique Herrero, candidato a rector de la Universidad de Alicante (UA) y catedrático de Química.Cristina Moliner, estudiante de Educación Física y Antonio García, estudiante del grado de Ingeniería Informática.
Analizamos en primer lugar uno de los asuntos que más quitan el sueño a los futuros profesionales, la falta de convenios de las universidades públicas con el mundo empresarial, la sensación de que existe una desconexión entre el mundo académico y el empresarial. Los convenios y programas con empresas que se tienen no siempre están actualizados y presentan distintas condiciones según grados o sectores. Se debería plantear, en general, una mejor propuesta de prácticas para, con ello, incrementar las oportunidades del alumnado. Del mismo modo que en el anterior apartado, cuanto mejor preparado esté el alumnado para pasar a hacer prácticas, más posibilidades de aprovecharlas y ser contratado en la empresa. Esto no implica a los programas docentes de los grados y másteres, sino actividades y formación complementarias a los estudios.
Transporte desde localidades y vivienda
La Universidad tiene poder para informar, negociar y sellar acuerdos con los principales ayuntamientos de municipios grandes y medianos de la provincia para mejorar las condiciones con las que el alumnado se desplaza al campus. Actualmente hay ciertos servicios ante los que el alumnado está algo desamparado. Respecto a la vivienda, el problema social actual se acentúa para estudiantes. Del mismo modo, la universidad debe buscar formas de colaboración con entidades públicas para mejorar las posibilidades del estudiantado.
Por otra parte, es importante, sobre todo teniendo en cuenta que la Universidad de Alicante cuenta con uno de los campus más sofisticados y atractivos de España e incluso de Europa, que se fomente la integración del alumnado en la vida universitaria en el campus. Por ello, es elemental, fomentar el sentido de pertenencia, utilizar piezas que identifiquen a los estudiantes con la Universidad en la que están desarrollando su formación académica.
Además, dentro de este sentimiento mutuo de implicación, se abordará la situación del Consejo de Estudiantes, en el cual se planteará si hay una implicación de los estudiantes en los órganos de representación. Plantearemos si está siendo de utilidad el Consejo del alumnado y si las quejas que surgen son resueltas de forma correcta y con diligencia.
Además, no hay que desdeñar y dejar de analizar si ha habido una devaluación de los títulos universitarios, como así diferentes intelectuales han manifestado. Profundizando en la titulitis acuciante y que ha provocado la sensación de que los diplomas tengan menos utilidad e importancia que antes.
En la recomendación literaria del programa de hoy traemos el libro de Gregorio Luri, La escuela no es un parque de atracciones, ensayo en el que aborda la necesidad de una enseñanza crítica. Si la escuela, como dicen, está en crisis, no es porque sea una institución vetusta, sino por haber olvidado su noble función: la de reducir, en el mínimo tiempo posible y en el mayor número de alumnos, la distancia entre la ignorancia y el conocimiento poderoso. Estamos viviendo unos tiempos pedagógicamente extraños y, en ocasiones, estrictamente estúpidos. Si estúpido es aquel que carece de una representación crítica de su ignorancia, bien merecen este título quienes se jactan de fomentar el pensamiento crítico mientras aplican de manera poco crítica metodologías sin soporte empírico o, en algunos casos, con evidencias empíricas que los impugnan. ¿Qué otro adjetivo merece el desprecio del conocimiento en los centros de enseñanza y el énfasis en la diversión y la felicidad por sí mismas? Hoy, en los tiempos de Google, se insiste en que ya no hay conocimientos poderosos, sino buscadores potentes y competencias fluidas. Si es así, los débiles quedan desamparados y la escuela, al perder los argumentos para defender su nobleza, intenta ocultar sus imperfecciones empeñándose en ser entretenida. Ahora bien, ¿esos niños que no hallarán en ningún sitio lo que no encuentren en la escuela, no se merecen algo más que una escuela divertida?
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