Las bandas y músicos callejeros de jazz tienen algo que la academia no. Un algo que es propio de la calle, de la urbe, una pimienta que no se adquiere en una sala de clases. Y que le da un sabor especial, un frenesí carnavalesco. Una intensidad libre y despercudida. De las cloacas a la fama, a veces hay un solo paso. Descubriremos artistas que partieron tocando para los ratones y que hoy son reconocidos a nivel global.

Hasta principios de los años 40 el estilo swing era lo que la llevaba en el ámbito del jazz. Big bands con numerosos integrantes, lideradas por un algún talentoso arreglista y director orquesta - y de seguro solista de algún instrumento.- vientos varios, percusiones y cuerdas más algún piano. Como Duke Ellington, Count Basie, Benny Goodman. Pero a mediados de esa década dos orates radicales del sonido, como Charlie Parker y Dizzy Gillespie decidieron que el swing era una lata conservadora y lo tomaron, lo aceleraron e incorporaron al “solismo” y la improvisación como ejes principales. Así nació el Be Bop. Y más allá de sus creadores, a este estilo de dedicaron una serie de músicos que son más o menos desconocidos pero que aportaron con su experiencia y talento a este género considerado uno de los momentos más revolucionarios en la historia del jazz.

El Renacimiento de Harlem, surgido en las primeras décadas del siglo XX, fue un movimiento cultural y artístico que revolucionó la identidad afroamericana, y el jazz se convirtió en uno de sus elementos centrales. Con Harlem como epicentro, especialmente en lugares como el Cotton Club, el Savoy Ballroom y la Alhambra Ballroom, este movimiento atrajo a miles de personas que buscaban expresarse y experimentar una nueva libertad creativa y cultural en un entorno urbano, con muy buen jazz como sonido de fondo, y un desenfreno como si no hubiese un mañana. Bienvenidas y bienvenidos a esta noche de música y juerga en la cuna del jazz neoyorquino.

La historia del jazz está atravesada por hechos históricos y sociales. El jazz es la música que permitió a miles de artistas expresarse a través de los sonidos más puros y de cualquier tipo de instrumento. Uno de los grandes sellos del jazz es su versatilidad, tanto que es posible fusionarlo con cualquier otro género musical. El jazz funk es una de las pruebas de ello.

Puede pasarte en la ducha, mientras te amarras los zapatos o cuando bajas en el ascensor. Ese tarareo que se repite ad eternum en tu cabeza es muy probable que sea un tema muy reconocido y si eres amante del jazz seguramente es lo que se conoce como un standard, que es algo así como una composición musical ampliamente conocida, interpretada y grabada entre los músicos de jazz. La lista de canciones consideradas como tales no la fija ninguna institución u organismo; ni hay un acuerdo completo, ni un jurado que lo determine. Cuando una canción es tocada habitualmente y la mayoría de músicos la conocen pasa a ser un standard.

A mediados de los cincuenta Art Blakey y Horace Silver plantaron la semilla de lo que se convertiría en la incubadora más trascendente de hardbopers de los 50 en adelante, proyectando nombres que lideraron la escena del jazz de entonces, como Wayne Shorter, Bobby Timmons, Lee Morgan y Curtis Fuller. En este episodio repasamos su estadía en los Jazz Messengers y también escucharemos su música después de pasar por esta escuela.

“Improvisar jazz es un acto de libertad, rompe los grilletes de la esclavitud y las restricciones impuestas por la música clásica europea”, dijo el poeta gualapuense Daniel Maximin. Wynton Marsalis apuntó que este género es “algo que los negros inventaron… la nobleza de la raza hecha sonido”.

El jazz fue una de las vías de expresión ante la represión sufrida en las Américas y un legado que volvería a su hogar, al origen. Porque la semilla del jazz nació en esas tierras africanas en forma de cantos tribales y percusiones que al mezclarse en Nueva Orleans con la música europea dieron vida al jazz.

El jazz y las artes visuales han estado muy ligados a lo largo de la historia, no solo porque las portadas de los discos del género suelen ser verdaderas obras pictóricas modernas, sino también porque el jazz ha influido fuertemente en las creaciones de varios artistas de renombre, así como a la inversa.