Daddy siempre consigue lo que quiere. Y esta vez, la quiere a ella.

Con dieciocho años y completamente sola, Sienna se ha pasado la vida sobreviviendo: rebotando entre hogares de acogida, aprendiendo que la confianza es peligrosa y que el amor es una mentira. Pero cuando sale del sistema sin tener adónde ir, la desesperación la lleva a hacer una llamada que nunca pensó que haría... al único hombre con el que se suponía que nunca volvería a contactar.

Marco fue una vez su protector, su lugar seguro, antes de que la ley los separara. Ahora, años después, se encuentra en la puerta de su casa, perdida y hambrienta de algo a lo que no puede poner nombre. Él es más viejo, más duro y el hombre que ella recordaba, sólo que ahora la forma en que la mira no es sólo protectora, es posesiva. Es posesiva.

Marco no sólo quiere cuidar de ella. Quiere poseerla.

En su apartada cabaña de montaña hay reglas. Reglas que Sienna no está segura de estar preparada para seguir. Pero cuando Marco la llama su niña buena, cuando la toca con manos ásperas y una suave dominación que hace que le tiemblen las rodillas, empieza a preguntarse si eso era lo que había estado deseando todo el tiempo.

La obediencia no sólo se espera, se exige. ¿Y rendirse? Ese podría ser el placer más peligroso de todos.