Eger tenía dieciséis años cuando los nazis invadieron su pueblo de Hungría y se la llevaron con el resto de su familia a Auschwitz. Al pisar el campo, sus padres fueron enviados a la cámara de gas y ella permaneció junto a su hermana, pendiente de una muerte segura. Pero bailar El Danubio azul para Mengele salvó su vida, y a partir de entonces empezó una nueva lucha por la supervivencia. Primero en los campos de exterminio, luego en la Checoslovaquia tomada por los comunistas y, finalmente, en Estados Unidos, donde acabaría convirtiéndose en discípula de Viktor Frankl.

Este es un libro sobre la historia de los libros. Un recorrido por la vida de ese fascinante artefacto que inventamos para que las palabras pudieran viajar en el espacio y en el tiempo. La historia de su fabricación, de todos los tipos que hemos ensayado a lo largo de casi 30 siglos: libros de humo, de piedra, de arcilla, de juncos, de seda, de piel, de árboles y, los últimos llegados, de plástico y luz.

Una extraordinaria novela de personajes inolvidables cuyas vidas se entrelazan con momentos clave de la Historia, desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX, y que recrea la vida en ciudades tan emblemáticas como San Petersburgo, París o Jerusalén.

Este libro forma parte del largo recorrido periodístico de Anabel Hernández dentro del complejo mundo del crimen organizado en México, así como de su incesante búsqueda por entender los diversos componentes de los cárteles de la droga, los cuales tienen sumida a la nación desde hace décadas en una espiral de violencia en la que todos los días son explotadas, desaparecidas o asesinadas decenas de personas inocentes, muchas de ellas del sexo femenino.

Australia nació como una colonia penal. A finales del siglo XVIII las cárceles inglesas estaban llenas a rebosar, y, tras la reciente revolución americana, el gobierno necesitaba buscar un nuevo lugar donde deportar a sus delincuentes convictos. Así fue como eligieron una remota costa situada en el otro extremo del mundo, cuyas tierras había reclamado el capitán Cook para la Corona británica poco tiempo atrás, en las cuales no había absolutamente nada.

Timothy and Jonah, wealthy entrepreneurs with a spoiled son, hide sins from their past—one involving a death on a cruise, the other a crime in Bali. Nathan and Samantha, the hot ex-nanny turned trophy wife, grapple with infertility and a shocking paternity secret. Bartosz and Angelika (he’s a chef, she’s a former sex worker) carry debts to the other couples they don’t even realize they owe. Over fourteen days, the couples bond—but their pasts are too deeply intertwined to stay hidden. The sly concierge, Putu, knows more than he lets on.

Annie has always had high hopes for her future. But the reality of her life just isn’t measuring up. She loves her fiancé, Greg–doesn’t she? She’s going to get her degree and open her own business–won’t she? Then, a strange old woman shows up outside her house, and she seems to know a lot about Annie. An awful lot. Annie could tell the old woman to get lost. Yet there’s something about her Annie just can’t shake. And what she learns could change her life forever–but is it the life she envisioned?

It’s 1984, and life has changed beyond recognition. Airstrip One, formerly known as Great Britain, is a place where Big Brother is always watching, and nobody can hide. Except, perhaps, for Winston Smith. Whilst working at the Ministry of Truth, rewriting history, he secretly dreams of freedom. And in a world where love and sex are forbidden, where it’s hard to distinguish between friend and foe, he meets Julia and O’Brien and vows to rebel.

The 13 chapters of The Art of War, each devoted to one aspect of warfare, were compiled by the high-ranking Chinese military general, strategist, and philosopher Sun-Tzu. In spite of its battlefield specificity, The Art of War has found new life in the modern age, with leaders in fields as wide and far-reaching as world politics, human psychology, and corporate strategy finding valuable insight in its timeworn words.

Lucas knows the perfect night entails just three things: video games, wine, and pad thai. Peanuts are a must! Other people? Not so much. Why complicate things when he’s happy alone? Then one day the apartment board, a vexing trio of authority, rings his doorbell. And Lucas’s solitude takes a startling hike. They demand to see his frying pan. Someone left one next to the recycling room overnight, and instead of removing the errant object, as Lucas suggests, they insist on finding the guilty party. But their plan backfires. Colossally.