
658. La discordia
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Juan David Betancur Fernandez
elnarradororal@gmail.com
Había una vez un campesino del África profunda que estaba trabajando su pequeña parcela como lo hacia todos los días. De pronto vio algo que le llamo la atención. Vio un ser extraño. Oscuro y misterioso. De las historias que había oído de sus abuelos supo inmediatamente de que se trataba. Era la discordia. Esta había llegado a su tierra y estaba plantando semillas en su parcela
Aunque podría haber intervenido, decidió no hacerlo y simplemente la observó desde la distancia. La discordia trabajó meticulosamente, sembrando cada semilla con cuidado. Cuando terminó y se fue, el campesino, preocupado por las consecuencias, pasó toda la noche recogiendo las peligrosas semillas con la ayuda de una pequeña lampara de aceite.. Sin decir nada a su familia, se las llevó a su casa y las escondió.
Al día siguiente, el campesino intentó deshacerse de las semillas de la discordia de varias maneras. Primero, les dio un puñado a las gallinas, pensando que podrían comérselas. Sin embargo, apenas las gallinas picotearon las semillas, comenzaron a pelear furiosamente entre ellas, resultando en una lucha a muerte. El campesino intentó separarlas, pero terminó con las manos y los brazos cubiertos de crueles picotazos. Desesperado por encontrar otra forma de deshacerse de las semillas, tiró un puñado al río. Pero esto solo causó que los peces, las anguilas e incluso los hipopótamos se agitaran, creando olas enormes que inundaron parte de la llanura.
Otro día, tuvo la idea de triturar algunas semillas y pedirle a su esposa que le preparara una torta sin decirle de qué se trataba. Cuando comenzó a comer la torta, encontró que estaba mal cocida y demasiado salada, y empezó a reprochárselo a su esposa. Ella, que también había probado la torta, respondió gritando que si él la encontraba mal preparada, era porque él era un tonto algo que ella siempre había sospechado. La discusión se intensificó tanto que fue necesaria la intervención de los vecinos para separarlos.
Pasaron unas semanas y, poco a poco, recobraron la calma. Sin embargo, el campesino, que había perdido el sueño y la sonrisa, solo pensaba en las semillas que le quedaban. Consideró hacer un viaje a un país lejano, pero como era un buen hombre, pensó que esos países ya tenían suficientes semillas de discordia. También pensó en tirar el saco de semillas al mar, pero temió crear una tempestad sin igual. Finalmente, decidió no hacerlo.
Finalmente decidio plantar las semillas de discordia en su terreno entre otros de sus sembrados y esperar que sucedería
Cuando aparecieron los primeros brotes en su campo, se alegró al ver que tendría una cosecha excepcional. Mientras en los campos vecinos arrancaban las malas hierbas, él no tenía nada que hacer. Su cosecha crecía espléndida y sana, y todas las mañanas veía aumentar su prosperidad. Se dejó llevar por la ociosidad y aprovechó para visitar a unos primos que vivían a tres días de camino.
A su regreso, su esposa e hijos lo recibieron con lamentos. En pocas horas, una bandada de aves había devastado su campo, dejando ni un solo brote ya que cuando comían de los frutos de la discordia perdían el juicio y comenzaban a atacar los otros plantios.
. Los sabios del pueblo explicaron que en los otros campos siempre había alguien trabajando, haciendo ruido con sus herramientas, lo que mantenía alejadas a las aves En el campo del campesino, al no haber nadie, las aves se dirigieron allí y algo extraño las hizo acabar con todos los plantios.
Esa noche, el campesino se levantó sin hacer ruido, y se fue al pueblo a comprar más semillas para plantar. . Al volver al pueblo, vio a lo lejos que la discordia plantaba semilla