Estimados amigos y amigas, con motivo del día del niño y de la niña, quiero hablarles sobre algo que me llena de esperanza y orgullo: los movimientos estudiantiles. Esos grupos de jóvenes valientes que alzan la voz, marchan en las calles y luchan por un mundo mejor. Permítanme compartir algunas reflexiones que responden a las interrogante ¿Por qué son tan importantes las movilizaciones estudiantiles informadas, rebeldes y pacíficas? y ¿qué relación hay entre los movimientos estudiantiles y los niños? Son el corazón de cualquier sistema educativo. Cuando se unen para exigir mejoras, están impulsando cambios profundos en la sociedad. La educación no solo es un derecho, sino también una herramienta poderosa para transformar realidades. Los movimientos estudiantiles nos recuerdan que debemos invertir en la formación de las nuevas generaciones. No se conforman con lo establecido, cuestionan, investigan y proponen alternativas. Cuando se organizan, pueden presionar a las autoridades para que mejoren la calidad de la enseñanza, reduzcan las desigualdades y promuevan una educación inclusiva. Son como faros que iluminan el camino hacia un futuro más justo. No solo buscan beneficios para ellos mismos, sino para toda la sociedad. Se unen en torno a causas como la igualdad de género, la justicia ambiental o la defensa de los derechos humanos. Su empatía y solidaridad nos inspiran a todos a ser mejores personas. Los estudiantes aprenden en las aulas, pero también en las calles, ya que la movilización o activismo estudiantil les enseña sobre democracia, derechos civiles y participación ciudadana. Son semillas que germinan y se convierten en líderes comprometidos con su entorno. Cuando los estudiantes se unen, su voz se multiplica. Pueden influir en políticas públicas, cambiar leyes e incluso marcar tendencias. Que nadie subestime el poder de una generación que se levanta con determinación y pasión. Pero ¿Qué relación hay entre los movimientos estudiantiles y los niños? Me parece que las similitudes entre los niños y las movilizaciones estudiantiles son sorprendentes y reveladoras. Aunque pertenecen a contextos diferentes, comparten ciertos aspectos, por ejemplo: Tanto los niños como los estudiantes pueden resistirse a la autoridad cuando sienten que sus derechos están siendo vulnerados. Los niños pueden cuestionar las decisiones de los adultos, y los estudiantes pueden desafiar las políticas institucionales. Los niños y los estudiantes a menudo utilizan la creatividad para expresar sus demandas. Los niños pueden hacerlo a través de arte, música o poesía, mientras que los estudiantes organizan marchas, debates y protestas. Tanto los niños como los estudiantes pueden ser apasionados y comprometidos con sus causas. Los niños luchan por sus derechos y necesidades básicas, mientras que los estudiantes se movilizan por una educación de calidad y otros asuntos relevantes. Es por lo anterior que veo a las movilizaciones estudiantiles como ríos que fluyen hacia un océano de transformación. Nos recuerdan que la educación no es solo memorizar datos y pasar exámenes, sino también forjar ciudadanos críticos, creativos y comprometidos. Así que, queridos amigos, celebremos a esos jóvenes que al igual que las niñas y niños nos muestran que un mundo mejor es posible. Con gratitud, Augusto López Velasco PrensaUniversitaria.press
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