Si somos sinceros deberemos admitir que caminamos por la vida heridos. Frágiles, imperfectos, llenos de fallos pero sobre todo y aunque no agrade reconocerlo, vulnerables. Vivir en permanente crisis es posiblemente el único modo consciente y razonable de hacerlo. Es muy probable que siempre haya sido así, pero más aún en estos tiempos en los que, cuando buscamos definirlos, adjetivos como acelerados o convulsos siempre acaban por aparecer. Por eso mismo no es absurdo pensar que las raras ocasiones en las que nos pueda parecer no estar en crisis, son tan solo breves claros en la galerna. Si me acompañáis, juntos lucharemos contra el ruido y la furia. O al menos lo intentaremos. Juntos analizaremos aquello por lo que debemos estar agradecidos, que sin duda es mucho, y nos conjuraremos para practicar la amabilidad y saborear placeres momentáneos, pequeños descubrimientos, minucias aparentes. Lo mejor suele encerrase precisamente allí. Hablaremos de ideas, de libros, de ciencia, de gentes interesantes y, como no, como ya anticipábamos, de crisis, o siendo más preciso de las múltiples que sufre nuestra sociedad actual que fundamentalmente son de carácter espiritual, con todas las comillas que queráis poner al término, como no podía ser de otro modo en una realidad inauditamente material. Desde esta tribuna humilde, sin maridaje alguno con el poder o los privilegios de ningún tipo, pero desde la magnífica independencia que nos presta la tecnología nace este canal que busca hablar de las cosas no como son, obviamente, sino como las veo yo. Un canal que pensará en todo momento que al otro lado hay vida inteligente, sensible y vulnerable como yo mismo, personas que necesitan de pocas explicaciones y que tratan también de avanzar, como yo, en este laberinto que nos hermana. Nace en definitiva con la ambición ser árnica para las heridas, siempre en pequeñas dosis, en pequeñas píldoras que nos hagan parar un tanto, reflexionar por unos breves instantes.
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