Estamos en una selva de cemento llena de historias, momentos que transcurren entre calles que no cambian según algunos y se transforman para otros.

Espesura que guarda en su trasfondo la prosa más hermosa hecha cuento, compartiéndose con miles de personas, que a su vez crean relatos inéditos con las remembranzas de sus abuelos, padres, tíos, conocidos y familiares.

Lo fascinante de compartir una pieza del carrete fotográfico con alguien más hace que valga la pena conversar por horas o minutos.

Conversemos de esos sucesos que nos ponen a repensar el sentido de la existencia.

Cuestiones que se crean por la percepción, el detalle y la observación de situaciones de la cotidianidad que nos llevan a juzgar a priori.

Cambiemos esas ideas tan sociales que nos limitan y nos alejan de personas que nos privamos de conocer por fijarnos más en la superficie.

Algunas veces en frío y otras en calor, unos días en causas perdidas y diferentes en claridad. La Vida sigue llena de miedo y amor, con un tanto de bonanzas y serenidad.

Contrastes que permiten observar y entender las situaciones de la existencia y alegrarse más que entristecerse por las cosas que pasan.

Toda luz en su trasfondo tiene algo de oscuridad; lo importante es no dejar que el optimismo se esfume…