Lee 2 Reyes 19:1–37
La vida puede cambiar en un instante. Llega un mensaje de texto con buenas noticias y las cosas pueden nunca volver a ser lo mismo. Una llamada telefónica trae malas noticias y tu mundo se pone boca arriba. La mayoría de los cambios requieren mucho tiempo, pero esto no se debe a que Dios no pueda venir a nuestra ayuda. Cuando Su tiempo es el adecuado, Él es totalmente capaz de arreglar las cosas al instante.
Ezequías finalmente se volvió al Señor en busca de ayuda, al enfrentar al ejército de Senaquerib, el rey asirio que lo rodeaban. Con los símbolos visibles del arrepentimiento en su cuerpo, la ropa rasgada y el cilicio, entró en el Templo (v. 2). Al mismo tiempo, envió sirvientes al profeta Isaías, pidiéndole: “Eleva, pues, una oración por el remanente del pueblo que aún sobrevive” (v. 4). Las ciudades de Judá habían sido destruidas. La capital del país estaba rodeada. ¡Ezequías lo había intentado todo! Ahora le quedaba una última esperanza: el Dios de Israel.
La respuesta de Isaías llegó rápidamente. “Así dice el SEÑOR: “No temas por las blasfemias que has oído” (v. 6). Parece que Ezequías tomó en serio estas palabras, porque cuando Senaquerib envió otro comunicado desalentador, llevó la carta al Templo y la puso delante del Señor. “Presta atención, SEÑOR, y escucha; abre tus ojos, SEÑOR, y mira; escucha las palabras que Senaquerib ha mandado a decir para insultar al Dios viviente” (v. 16). Le pidió a Dios que los liberara, “para que todos los reinos de la tierra sepan que solo tú, SEÑOR, eres Dios” (v. 19).
Dios escuchó la súplica de Ezequías. A través del profeta Isaías, le aseguró al rey que sus enemigos no entrarían en la ciudad. “Defenderé esta ciudad y la salvaré”, dijo el Señor. La defensa llegó de repente, y en una noche se liberaron las vidas de los judíos (vv. 34–35).
- ¿Estás enfrentando una crisis de proporciones épicas? ¿Has olvidado que el Señor puede liberarte en un momento? Pídele ayuda, Él puede hacer que tus enemigos se retiren de repente.
Ora con nosotros
Al aprender sobre los reyes de Israel y Judá, así como sobre sus enemigos, vemos que Tú, Señor Dios, tienes en Tu mano el corazón de cada rey y cada gobernante. Recordemos mantener en oración a nuestros líderes locales y nacionales.
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