Las páginas de la Biblia están llenas de los nombres de muchas grandes mujeres. Por ejemplo, está María, la madre del Señor Jesús. Están Eunice y Loida, quienes enseñaron al joven Timoteo el camino de la salvación. Está Lidia, la comerciante de Tiatira, quien se convirtió bajo el ministerio de Pablo y fue muy utilizada por el Señor. El libro de los Hechos habla de una mujer llamada Dorcas. Ella era una mujer talentosa que atendió las necesidades de la iglesia y fue resucitada de entre los muertos por Pedro. Luego, en este capítulo de Romanos, se nos presenta a una mujer llamada Febe. Ella es una mujer especial, que demuestra los atributos de santidad, servicio y dedicación que deben distinguir a todas las verdaderas mujeres del Señor.
Esta mujer fue una gran sierva de la iglesia primitiva. Hay una declaración en algunas Biblias (King James 1611 Y Biblia del Oso) después del versículo 27 que dice lo siguiente: “Escrita a los Romanos desde Corinto, y enviada por Febe, sierva de la iglesia de Cencrea”. Cuando dejó a Pablo en Corinto para ir a Roma, llevaba en los pliegues de su manto la más grande declaración de doctrina que el mundo jamás había presenciado. Evidentemente, era una sierva muy estimada y de mucha confianza en la iglesia primitiva.
Lo que tenemos en estos dos primeros versículos es una carta de recomendación. La palabra “recomendar” significa “presentar o recomendar a otro”. Pablo se toma el tiempo de presentar a Febe a los creyentes de Roma. Quiere que sepan que ella es muy especial y que será una bendición para ellos. Parece que, en aquellos días, cuando una persona dejaba una iglesia para ir a otra, llevaba consigo una carta de recomendación de la iglesia de origen. Todavía lo hacemos hoy, hasta cierto punto. Aunque no lo hacemos tan bien como deberíamos. Cuando alguien deja esta congregación para ir a otra, ¡debemos decirle a la iglesia a la que fue la verdad sobre él! De esa manera, se podrían presentar buenos hermanos e identificar a los alborotadores e infieles. Eso podría reducir muchos problemas y terribles cambios que se están dando en muchas iglesias. De aquí algunos se han ido a otras congregaciones, o a comenzar una congregación nueva; pero no se han ido con nuestra recomendación. De hecho, algunos todavía tienen su membresía aquí, mientras se reúnen en otra congregación. Otros se han ido cortados de comunión y, sin embargo, las iglesias así los reciben y comulgan con ellos, lo cual es pecado. La Biblia dice, “ni participéis en pecados ajenos” (1 Timoteo 5:22).
Es cierto que habrá circunstancias por las cuales tengamos que cambiar nuestra membresía a otra congregación; pero, dichos cambios deben ser necesarios y con toda honestidad. En tal caso, la iglesia siempre recomendará a los tales, como hizo Pablo con la hermana Febe.
Así que, esta mañana nos centraremos en la brillante carta que lleva Febe. Pablo la presenta a la iglesia de Roma y es esa presentación la que quiero analizar hoy. En estos dos versículos, veo un retrato de una mujer piadosa. Observaremos tres palabras que se utilizan para describir a Febe en estos versículos. Acompáñenme a meditar en tales palabras, mientras “Les presento a una mujer piadosa”.