Juanito tiene un conflicto: sus amigos quieren que disfrute Dune pero no puede. Vamos a hablar de Edward Said, de Zendaya y Timothée Chalamet, de Slavok Zizek, de la NBA, de Norman Finkelstein y del afrofuturismo para ver por qué carajos el pobrecito de Juanito no puede disfrutar la saga de Dune.

Todos tenemos un amigo así: le gusta Star Wars, se identifica con los rebeldes, se disfraza de Luke Skywalker en Halloween, se compra un lightsaber en Amazon, pero el 2 de junio vota por el PAN.

Esta contradicción no es un caso aislado, sino, me atrevo a decir que es la norma. Podemos intercambiar Star Wars por Dune, o el PAN por los Republicanos, etcétera. Pero tampoco sería justo condenar de forma tajante la inconsistencia porque hay muchos factores de por medio y también porque somos más contradictorios de lo que nos gustaría reconocer. Antes, o en lugar, de tachar estas inconsistencias nuestras como síntomas de una hipocresía general, tratemos primero de identificarlas y comprender por qué suceden, porque mi sentido arácnido me dice que el arte de la narrativa está en el meollo del asunto.

¿Puede un primate tomarse un selfie? Lo único que tiene que hacer es presionar; Kodak hace el resto. Por primera vez en la Historia somos productores y consumidores de imágenes. Las fotografías ya no son una mediación entre nosotros y el mundo, sino la materia prima de nuestra vida personal, política y emocional.

Hablemos de la posfotografía con la ayuda de Joan Fontcuberta, Penélope Umbrico y David Slater. Vivimos en la era del homo photographicus; era en la cual algunos primates fotografían puestas de sol para Flickr, mientras que otros videograban las atrocidades de la guerra.