• LA ROCA DE JERUSALÉN
    Nov 18 2024

    LA ROCA DE JERUSALÉN
    La venida de Jesucristo a este mundo, produjo doble efecto en la vida de la humanidad. Para algunos hombres: Jesucristo fue, y es la piedra de tropiezo que los lleva a la condenación eterna, pero para otros: El Unigénito Hijo de Dios, es la piedra angular de su salvación y la vida eterna en los lugares celestiales. Este efecto que Jesucristo iba a tener en la vida de los seres humanos ya fue anunciado con anterioridad por Dios Padre, a través de los profetas del Antiguo Testamento, tal como nos da a conocer el apóstol Pablo: “Dios se lo advirtió en las Escrituras cuando dijo: Pongo en Jerusalén una piedra que hace tropezar a muchos, una roca que los hace caer. Pero todo el que confíe en él jamás será avergonzado." Romanos 9:33 NTV.
    En el pasado, Jesucristo fue una piedra de tropiezo para los judíos, pues no creyeron en Él, debido a que Cristo no llenaba sus expectativas en cuanto al Mesías que esperaban. En la actualidad, Jesucristo sigue siendo una piedra de tropiezo para algunas personas, pues consideran que la salvación por fe en la obra redentora realizada en la cruz no tiene sentido. Por lo tanto, tratan de trazarse un camino a Dios o esperan que Cristo pase por alto sus defectos. Otros tropiezan con Jesús porque los valores de Cristo son opuestos a los del mundo. El Hijo de Dios espera humildad de los hombres, pero muchos no están dispuestos a humillarse delante de Él. Cristo demanda obediencia y muchos rechazan someterse a su autoridad.
    Para los hombres que no aceptan la obra redentora de Jesucristo realizada en la cruz del calvario, es piedra de tropiezo, ya que este rechazo voluntario los aleja de la salvación, y los acerca más y más a la condenación eterna en el final de los tiempos. Todos los que no aceptan el mensaje de la cruz, no tendrán como excusarse cuando se encuentren en la presencia de Dios Padre. Ellos, irremediablemente serán juzgados y condenados a una eternidad de sufrimiento por haber rechazado el sacrificio de su amado Hijo, y preferido los placeres pasajeros de este mundo. El evangelio de la cruz es claro y conciso, todos los que no atiendan a este mensaje serán condenados por sus propios delitos y pecados. Todos serán condenados a una eternidad de sufrimiento en el lago de fuego, preparado para Satanás y sus aliados.
    Pero para todos los que aceptan la obra redentora realizada en el madero, Jesucristo es la piedra angular de su salvación. La Piedra que los aleja de toda condenación en el lago de fuego, pues por su fe en el Unigénito Hijo de Dios, todos sus pecados pasados, presentes y futuros fueron totalmente perdonados, por tal razón, ya no están bajo la condenación de sus delitos y pecados. Los redimidos por la preciosa sangre de Jesucristo, están totalmente libres, justificados y santificados, y pueden entrar confiadamente al trono de la gracia, para morar eternamente junto a Dios Padre en su reino celestial.

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  • CAMINEMOS CON SABIOS
    Nov 5 2024

    CAMINEMOS CON SABIOS
    Nuestro amoroso Padre eterno, no nos creó para que vivamos solos y aislados de otras personas, sino para que nos relacionemos con la gente de nuestro entorno. Esta relación no debe ser con cualquiera, sino con personas que nos ayuden a crecer y a ser mejores individuos cada día. Pero la mayoría de nosotros, no nos relacionamos con sujetos adecuados, sino aquellos que nos pueden llevar por el camino de la perdición. Esto generalmente se debe a que a nosotros nos atraen más los individuos que caminan insensatamente, antes que los que caminan sabiamente. Ante este peligro , el escritor de los Proverbios nos da el siguiente consejo: “Camina con sabios y te harás sabio; júntate con necios y te meterás en dificultades.” Proverbios 13:20 NTV.
    Como no fuimos creados para vivir solos y aislados de las personas, debemos entablar amistades con gente que nos ayude a crecer y ser mejores cada día, esto solo será posible si nos relacionamos con personas con conocimiento y sabiduría. No con personas que tienen la sabiduría de este mundo, sino con aquellas que tienen la sabiduría de lo alto, pues ellos nos influirán para bien, para nuestro crecimiento como hijos de Dios. Pero si entablamos amistades con personas necias que viven bajo los placeres de este mundo, su compañía en vez de edificarnos, terminará por corromper nuestras buenas costumbres y nos conducirán por el camino de la perdición.
    Aunque a la mayoría de nosotros no nos guste aceptar, es un hecho que la relación que mantenemos con nuestros amigos y compañeros nos afectan, en ocasiones profundamente para bien o profundamente para mal, por eso, debemos tener cuidado a quién escogemos como mejor amigo, pues si escogemos a un necio, seguramente sus consejos nos lleven a la perdición, pero si escogemos como mejor amigo a un sabio que vive en el temor de Dios, seguramente sus consejos nos llevarán por el buen camino de la verdad y la justicia. Nos llevarán a los brazos de nuestro amoroso Padre Celestial.
    Algunas veces escogemos como mejores amigos a personas que no viven en el temor de Dios, pensando que nosotros podremos influir en ellos, pero casi siempre somos nosotros quienes nos dejamos influir, y terminamos por adoptar sus costumbres y hábitos, en lugar de que ellos adopten nuestra creencia religiosa. No nos arriesguemos a ser influidos por las personas necias, en su lugar entablemos amistades con personas sabias que viven en el temor del Señor, ellos seguramente influirán positivamente en nuestras vidas y nos ayudarán a mejorar en nuestra relación con nuestro amado Señor.

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  • EL ESPÍRITU SANTO ORA POR NOSOTROS
    Oct 29 2024

    ESPÍRITU SANTO ORA POR NOSOTROS
    Tras nuestra conversión a Cristo, los hijos de Dios no estamos abandonados a nuestra suerte para enfrentar los problemas y las adversidades de este mundo. Nosotros siempre estamos bajo el cuidado y la protección de las tres personas de la divinidad. Ellos siempre están dispuestos a ayudarnos en los momentos más angustiosos de nuestra vida. Cuando nosotros no encontramos las palabras para pedir la oportuna ayuda de nuestro amado Padre Celestial, la tercera persona de la divinidad interviene y expresa nuestras necesidades a nuestro padre eterno. Esta intervención divina del Espíritu Santo nos da a conocer el apóstol Pablo: “Del mismo modo, y puesto que nuestra confianza en Dios es débil, el Espíritu Santo nos ayuda. Porque no sabemos cómo debemos orar a Dios, pero el Espíritu mismo ruega por nosotros, y lo hace de modo tan especial que no hay palabras para expresarlo.” Romanos 8:26 TLA.
    Es un hecho evidente que un gran número de cristianos no sabemos orar de manera correcta. Algunos oramos egoístamente, pues pedimos que Dios satisfaga alguna de nuestras vanidades. Oraciones como estas, por supuesto que no serán contestadas, ya que a nuestro amoroso Padre eterno, no le agrada las oraciones que no estén conforme a su voluntad. Cuando nuestras oraciones no están alineadas a la voluntad de Dios, el Espíritu Santo interviene en nuestro favor, y ora por nosotros, para que nuestras oraciones sean respondidas. Estas oraciones hechas en nuestro favor por el Espíritu Santo, no las podemos expresar, ya que son como gemidos que solo Dios Padre lo puede comprender, por eso, da su oportuna respuesta al clamor del Espíritu.
    También en ocasiones cuando nos encontramos agobiados y afligidos por las adversidades de este mundo, no encontramos las palabras precisas para pedir la ayuda de nuestro amoroso Padre eterno. En esos momentos también el Espíritu Santo interviene en nuestro favor, y clama a Dios Padre, y le expresa lo que nosotros necesitamos. Él lo hace, porque sabe perfectamente nuestras necesidades, ya que mora dentro de nosotros y escudriña nuestros pensamientos. Cuando el Espíritu Santo clama a Dios Padre por nosotros, utiliza las palabras que le agradan a Dios, por eso, las oraciones hechas por el Espíritu Santo, serán contestadas oportunamente en nuestro favor. Cuando no sabemos cómo pedir, o cuando no encontramos las palabras precisas para pedir la ayuda oportuna de Dios, el Espíritu Santo interviene y clama por nosotros. No es que el Espíritu Santo clama solo, sino que ora con nosotros, y por nosotros, y Dios contesta. Con la ayuda del Espíritu Santo al orar, no debemos temer estar ante la presencia de Dios Padre. Por eso, pidamos que el Espíritu Santo siempre interceda en nuestro favor, conforme a la voluntad de nuestro amoroso Padre eterno.

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  • ESPERANZA DE SALVACIÓN
    Oct 24 2024

    ESPERANZA DE SALVACIÓN
    Seguramente en algún momento de nuestra vida, hemos sufrido alguna desilusión por una promesa no cumplida, ya sea por nuestros padres, familiares, cónyugues o amigos de confianza. Posiblemente esta desilusión nos causó un profundo dolor, hasta el punto de no volver a confiar en las promesas de las personas. Por eso ahora, cuando alguien nos hace una promesa, no confiamos al cien por ciento de que nos cumplan , y así, no sufriremos una desilusión nuevamente cuando alguien nos falle. El hombre constantemente falla al momento de cumplir con sus promesas, pero esto no sucede con Dios, ya que Él, siempre cumple con todas sus promesas a su tiempo. Por la fidelidad de Dios, ninguna persona que confíe en Él, quedará desilusionada, y esto nos asegura el apóstol Pablo: “… la resistencia desarrolla firmeza de carácter, y el carácter fortalece nuestra esperanza segura de salvación. Y esa esperanza no acabará en desilusión. Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu Santo para llenar nuestro corazón con su amor.” Romanos 5:4 NTV.
    Si fuésemos a esperar algo, pero luego descubriésemos que nunca íbamos a conseguirlo, seguramente nos causaría una desilusión profunda. Pero la esperanza de nuestra salvación y vida eterna en el reino de los cielos junto a Cristo Jesús, nunca nos causará una desilusión, ya que nuestra salvación y vida eterna es real. Esta seguridad la tenemos porque Dios manifestó su profundo amor para salvarnos de la condenación eterna, al enviar a su amado Hijo para que entregara su vida por nosotros en el madero. Además, el Espíritu Santo que nos fue dado en el momento de nuestra declaración de fe en Jesucristo, inunda nuestros corazones con estas expresiones del amor eterno de Dios Padre, y por ellas se nos asegura que Él cuidará de llevarnos sanos y salvos a nuestra morada eterna.
    Nuestra confianza en Dios nunca nos causará una desilusión, ya que Él siempre cumple sus promesas. La salvación y la vida eterna en los lugares celestiales, son promesas que nos hace a todos los que hemos alcanzado la redención de nuestros pecados. Dios en su fidelidad a su palabra, cumplirá con su promesa, y cuando llegue el tiempo preciso, nos llevará para que moremos eternamente junto a Él. Además, en esta promesa de salvación, intervienen las tres personas de la Divinidad. El Padre nos amó de tal manera que envió a su amado Hijo a este mundo para que se convirtiera en puente. El Padre y el Hijo enviaron al Espíritu Santo para llenar nuestras vidas con amor inagotable y permitir que vivamos por su poder, gloria y majestad. Con todo este cuidado amoroso de nuestro amado Creador, nunca nos sentiremos desilusionados por confiar plenamente en su promesa de salvación, y servirle con los dones y talentos que hemos recibido.

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  • UNA RELACIÓN CORRECTA CON DIOS
    Oct 18 2024

    UNA RELACIÓN CORRECTA CON DIOS
    Es un error creer que el cumplimiento de las promesas de Dios en la vida del hombre, se basan en el cumplimiento estricto de la Palabra de Dios entregada a los seres humanos. Esta errónea creencia, es enseñada en algunos movimientos religiosos. Estos grupos, incitan a sus adeptos a cumplir estrictamente la ley del antiguo pacto, así como los mandamientos que se encuentran registrados en las páginas de las Sagradas Escrituras. Pero estas enseñanzas son erróneas, ya que el cumplimiento de las promesas de Dios en la vida de los hombres, no se basan en el cumplimiento estricto de Su Palabra, sino en la fe que muestran ellos para con Dios. Esta asombrosa verdad nos da a conocer el apóstol Pablo: “Obviamente, la promesa que Dios hizo de dar toda la tierra a Abraham y a sus descendientes no se basaba en la obediencia de Abraham a la ley sino en una relación correcta con Dios, la cual viene por la fe.” Romanos 4:13 NTV.
    Las promesas de Dios a los hombres, fueron hechas mucho antes de que Dios entregara sus leyes y mandamientos al pueblo judío por medio de Moisés, razón por la cual, los cumplimientos de sus promesas no están condicionadas al cumplimiento de sus leyes y mandamientos, sino que están condicionadas a la fe del hombre. Si las personas quieren recibir las promesas que Dios les ha hecho, tienen que tener una fe férrea en Él, tal como la tuvo el patriarca de la nación judía. Cuando Dios prometió a Abraham y a su simiente que él sería heredero del mundo, no condicionó la promesa a la adhesión a un código legal. La ley misma no fue dada hasta cuatrocientos treinta años después. La promesa de Dios al patriarca, fue incondicional de gracia, para ser recibida únicamente por fe, la misma clase de fe por la que en la actualidad el creyente recibe la justicia de Dios en su vida, y el cumplimiento de sus promesas.
    Toda persona que quiera recibir las promesas de Dios para su vida, tiene que tener fe en el Unigénito Hijo de Dios y entregar su vida a Él. La entrega a Cristo, es la manifestación verdadera de la fe, sin esa entrega, la fe profesa será falsa, por ende, nunca recibirá las promesas de Dios para su vida, aunque declare con su boca que tiene fe en Aquel que entregó Su preciosa vida en el madero. Si profesamos tener fe en Cristo Jesús, debemos llevar una vida de comunión con Él, mediante la oración, el estudio de su Palabra, la comunión con otros creyentes y el servicio en Su cuerpo con los dones y talentos que hemos recibido por medio del Espíritu Santo. Al tener esta correcta comunión con nuestro Señor y Salvador Jesucristo, podemos tener la certeza de que nuestro amoroso Padre Celestial, cumplirá cada una de sus promesas en nuestra vida, porque nuestro Padre eterno es fiel y justo con todos sus hijos.

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  • NUESTRO ESPÍRITU VIVIRÁ
    Oct 17 2024

    NUESTRO ESPÍRITU VIVIRÁ
    Vivir eternamente, ha sido el deseo de los hombres desde los tiempos remotos. Por este profundo deseo, han buscado la manera de cómo alcanzar esa eternidad, pero todos sus esfuerzos hasta el día de hoy, han sido en vano, ya que no han encontrado la fórmula mágica para alcanzar la eternidad, pues la han buscado en objetos, en lugares, fórmulas químicas o seres inanimados, pero menos en la presencia de Dios, quien es la fuente de vida. El cuerpo humano a causa del pecado, irremediablemente debe morir, pero no así el espíritu. El espíritu del hombre vivirá eternamente, pese a la muerte de su cuerpo, pero no de todos los hombres, sino solo de aquellos que hayan alcanzado la redención gracias al sacrificio de Cristo Jesús en el madero. En el momento de la redención del creyente, Cristo mismo, quien resucitó de los muertos, pasa a vivir en su corazón. Esta realidad nos da a conocer el apóstol Pablo: “Por culpa del pecado, sus cuerpos tienen que morir. Pero si Cristo vive en ustedes, también el espíritu de ustedes vivirá, porque Dios los habrá declarado inocentes.” Romanos 8:10 TLA.
    El hombre fue creado para que viva eternamente, pero todo esto cambió cuando el pecado entró a este mundo. El pecado trajo consigo la muerte, por lo tanto, todas las personas sin excepción tendrán que morir en algún momento, ya que todas son pecadoras, pues viven transgrediendo constantemente los mandatos de Dios. Pero el Señor en su amor y misericordia, nos proveyó una manera de escapar de esta muerte, y vivir eternamente, esto es creyendo y aceptando el sacrificio realizado por Jesucristo. En el momento que aceptamos a Jesucristo en nuestro corazón, somos justificados de todos nuestros pecados y el Espíritu Santo pasa a morar en nuestro interior, dándole vida a nuestro espíritu. Por medio del ministerio del Espíritu, Cristo realmente pasa a morar en nosotros, y permanece hasta que lleguemos a la presencia de Dios Padre. Es asombroso pensar que el Señor de la vida y de la gloria está morando en nuestros cuerpos, especialmente cuando recordamos que estos cuerpos están sujetos a la muerte a causa del pecado.
    Aunque nuestros cuerpos estaban muertos para con Dios a causa de nuestros delitos y pecados, han sido vivificados por medio de la obra justa del Señor Jesucristo en Su muerte y resurrección, y debido a que la justicia de Dios ha sido puesta en nuestra cuenta, podemos vivir eternamente en el reino de los cielos. Todos los que hemos alcanzado la redención en Cristo Jesús, podemos tener la certeza de que viviremos eternamente, ya que todas nuestras culpas fueron perdonadas. Además, el Señor quien es la fuente de vida, vive en nuestro interior, y nos da vida para que vivamos por toda la eternidad, libres de todas las consecuencias del pecado.

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  • EL TRABAJO ES UNA BENDICIÓN
    Oct 8 2024

    EL TRABAJO ES UNA BENDICIÓN
    En la actualidad hay muchas personas que consideran que el trabajo es una consecuencia del pecado de Adán, esta manera de pensar en cuanto al trabajo, también la tienen algunos creyentes, pues piensan que, si Adán no hubiese pecado, no tendrían que trabajar para sustentar todas sus necesidades, sino que Dios en su amor y generosidad, supliría cada una de ellas. Pero el trabajo para los hombres, no nació tras el pecado de Adán, sino que fue establecido mucho antes por el eterno Creador. Dios ordenó al primer hombre que trabajara poco tiempo después de haber creado el planeta y todo el universo. Esta orden de Dios la encontramos en el primer libro de la Biblia: “Dios puso al hombre en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara,” Génesis 2:15 TLA.
    Contrariamente a lo que muchas personas piensan, el trabajo no es una maldición de Dios a causa del pecado del hombre; sino que es una bendición de Dios para que el hombre pueda sustentar por sí mismo sus necesidades alimenticias, así como sus otras necesidades básicas. Por eso, Dios en su infinita omnisciencia, antes de que el pecado entrara al mundo, ordenó a Adán que cuidara y cultivara el jardín que había acabado de crear. Este cuidado implicaba que Adán, debía labrar la tierra para que el jardín del Edén produzca los frutos necesarios para alimentarse de ellos diariamente.
    Pese a que el trabajo es una bendición de Dios, algunos hombres tienen "alergia" al trabajo porque denotan alguna característica desagradable, o simplemente no tienen deseos de hacer algo para sustentar sus propias necesidades, y en su lugar desean que otros les mantengan. El hombre debería darse cuenta de que ningún trabajo es completamente ideal y fácil de cumplir, que no requiera hacer ningún esfuerzo. Toda ocupación tiene siempre sus complicaciones y grados de dificultad. Algunos trabajos requerirán de la aplicación de la fuerza, otros de la aplicación de la mente, pero ningún trabajo existente en el mundo es imposible de cumplir. Para que el trabajo sea agradable y fácil, el hombre tiene que ponerle empeño, ganas y enamorarse de lo que le toca hacer para sustentar todas sus necesidades cotidianas.
    Los hijos de Dios, no sólo deben trabajar para suplir sus propias necesidades cotidianas, sino que también lo debe hacer para ayudar en algo a otros que están en necesidades, pues este es el anhelo de Dios para cada uno de sus hijos. Con esto en mente, debemos trabajar diligentemente dando gracias a Dios por el trabajo que nos ha provisto. Pues este es el medio por el cual, Dios nos bendice para que no pasemos necesidades, sino que tengamos los recursos necesarios para suplir cada una de nuestros requerimientos. Además, debemos trabajar pensando que lo que hacemos es para el Señor y no para los hombres.

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  • DERECHO DE SER HIJOS DE DIOS
    Oct 4 2024

    DERECHO DE SER HIJOS DE DIOS
    Alrededor del mundo, millares de personas erróneamente creen que son hijos de Dios, esto lo creen sin haber aceptado a Jesucristo en sus corazones. Pese a que crean con todo su corazón que son hijos de Dios, no lo son, ya que para ser su hijo, deben reconocer al unigénito Hijo de Dios como su Señor y Salvador. Sin este reconocimiento previo, el hombre jamás llegará a ser un hijo de Dios, sino que seguirá siendo una criatura creada por el eterno Creador del mundo. Pero a todos los que aceptan en su corazón a su amado Hijo Jesucristo, el Señor les da el derecho de ser sus hijos, tal como nos da a conocer el apóstol Juan en su evangelio: “Pero, a todos los que creyeron en él y lo recibieron, les dio el derecho de llegar a ser hijos de Dios.” Juan 1:12 NTV.
    Existe una gran diferencia entre ser una criatura creada por Dios, y un hijo de Dios. Toda la humanidad sin excepción son criaturas creadas por Jehová , pero pese a que fueron creados por Dios, no todos los hombres son sus hijos, pero pueden llegar a serlo, al creer en la obra redentora realizada por Jesucristo en el madero. Creer en el nombre de Cristo significa creer en su naturaleza, aceptar que Él es Dios y someterse a su divina voluntad. Creer en su nombre no significa que el hombre es justificado por la fe sola; más bien, equivale a nacer del agua y del Espíritu. Significa obedecer y practicar las enseñanzas realizadas por Jesucristo, las cuales se encuentran registradas en los cuatro evangelios.
    Al llegar a ser hijos de Dios, los redimidos tienen los mismos privilegios que el unigénito Hijo de Dios, llegan a ser herederos de toda la creación de Dios y serán cogobernantes conjuntamente con Jesucristo. Todas estas maravillosas recompensas les esperan a todas las personas que acepten a Jesucristo como su Señor y Salvador. Los que no creen en la obra redentora de Jesucristo, jamás disfrutarán de los privilegios de ser un hijo de Dios, sino que serán condenados a una eternidad de sufrimiento en el lago de fuego, preparado para Satanás y todos sus aliados.
    El anhelo de Dios es que toda la humanidad llegue a ser uno de sus hijos, y disfruten de todos los privilegios que tiene preparados para ellos, por eso, por medio de la obra redentora de su amado Hijo, abrió esta oportunidad para que toda la humanidad, llegue a serlo. Ahora, de la humanidad depende de llegar a ser un hijo de Dios, o seguir siendo criaturas creadas. Si usted todavía no es un hijo de Jehová , no espere más, acepte hoy mismo al Unigénito Hijo de Dios en su corazón, de esta manera, no solo que escapará de la condenación eterna en el final de los tiempos, sino que disfrutará de los privilegios de ser un hijo de Dios, y vivirá eternamente en el reino de los cielos.

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