• Audiocuento 'La anciana, el cazador y el Rey'
    Nov 11 2024
    Cuento: La anciana, el cazador y el Rey Rugió el león en la selva y lo que en otro tiempo hubiese supuesto obediencia inmediata a la orden de reunirse todos junto a la peña de Leba, en esta ocasión no produjo respuesta alguna. Los monos, siempre tan ruidosos y dicharacheros, se aferraron a las ramas de sus árboles y así quedaron en desleal silencio. Los tucanes hubiesen volado veloces de no haberse interpuesto el consejo de las hienas. Las jirafas escondieron sus cuellos infinitos en la espesura de la jungla y con el corazón latiendo a mil esperaron el siguiente rugido, quietas y rebeldes. Efectivamente, el león miró perplejo a sus leonas y volvió a llamar a los animales de la selva, pero los únicos que se acercaron aún más fueron sus leoncillos. Gorilas y orangutanes, perdidos en la oscuridad de una cueva, creyeron que el pronóstico de Fisi, la jefa de las hienas, era cierto. Huyó el elefante y el rinoceronte, se sumergió en lo profundo del río el hipopótamo y hasta el oso perezoso, que siempre tenía excusa cuando aparecía tarde, en esta ocasión nunca llegó. Lloraban los hijos del león, gruñían las leonas, esperando una orden de su rey para recorrer la selva y castigar el agravio, y el tigre dormía con sueño felón junto a la madriguera de la serpiente. Un tercer rugido, aún más potente, enfurecido, en el que el rey se dejó todo su aliento, puso a temblar a los animales pequeños y grandes, y las tribus a decenas de kilómetros se estremecieron ante la insistencia del félido. —Algo malo se avecina —musitó la más anciana de Juu, llamada Alijua, madre del jefe de la aldea. ¿Qué estaba sucediendo? El objetivo de las hienas era derrocar al rey y tomar ellas el control de la selva. Bien sabían que jamás lo lograrían si la manada de leones contaba con la lealtad de los animales. Fisi, taimada como pocas, había elaborado un sencillo plan. El día antes de la gran reunión, mataría al hijo del cazador, llenando de huellas de león adulto las inmediaciones de la choza de Mwindaji. ¿Cómo podría adivinar el cazador que eran huellas falsas de una pata de león disecada que Fisi robó meses antes de la choza de Alijua? La pata era un recuerdo del difunto marido de la anciana, y a este se la había regalado un turista en agradecimiento porque se le permitió visitar Juu, la aldea, cosa poco común en aquellos días. Mwindaji, quien solo cazaba para alimentar a su familia, supondría que el rey abandonó su territorio para cercenar la vida de su primogénito, sin devorarlo, dejando el cuerpo como prueba de que aquello era una venganza por los animales que Mwindaji había cazado en los últimos veinte años. Después, sería fácil. Las hienas difundirían el consejo a todos los ciudadanos de la selva: —Cuando el león ruja en la convocatoria de mañana, no acudáis a la llamada, por mucho que insista, pues ha matado al hijo del cazador y Mwindaji vendrá sin duda a dar muerte al rey. Justo será que de ahora en adelante cada cual se ocupe de lo suyo, sin estar un día más bajo la tiranía del león, quien, por otra parte, con este acto sanguinario, nos ha puesto en peligro a todos. Así lo idearon y así lo hicieron. Por ese motivo, Mwindaji alistó su lanza, sus tres hijos, arcos y flechas, y secuestrado el llanto por una ira salvaje, corrieron a la peña de Leba para dejar la selva sin león ni manada que lo sucediera. —¡Cada mono en su rama, cada ave en su nido, los que quieran en el río o los otros en las cuevas! ¡Pero que nadie acuda a la peña de Leba o expondréis vuestra vida! —sentenciaron las hienas, dejando escapar risas traidoras. Apareció Mwindaji, lanza en mano, flanqueado por la terna de hijos sedientos de sangre, y el león se quedó inmóvil, extrañado, mientras las leonas rugían con instinto maternal, poniendo tras sí a sus crías. En la selva no se oía ni mugido, ni trino, ni chillido o relincho. No zumbaban los insectos, ni croaban los sapos, ni crujían las ramas, ni crepitaba el suelo bajo ninguna pisada. Solo el viento mecía las hojas y hasta la brisa parecía intimidada por el estallido inminente de la batalla. —¡Detente! ¡Parad la pelea! —gritó de pronto la anciana desde la espalda de su hijo. Este sudaba copiosamente tras una larga carrera con su madre cargada a las costillas—. ¡Te equivocas, Mwindaji, el león no ha sido! —¡No te interpongas, Alijua! ¡Él mató a mi hijo, encontré las huellas! —¡El rey jamás haría eso! ¡Muchas lunas atrás robaron la pata de león de mi choza! ¡Quien tenga la pata, mató a tu hijo! Las leonas ya flexionaban el cuerpo para saltar sobre los cazadores, cuando el rey emitió un rugido corto que las detuvo y Mwindaji, todavía con la lanza inhiesta, dejó escapar dos lágrimas. —¡Permite que nuestro jefe, mi hijo, te ayude a deshacer el entuerto, y cobrarás después tu venganza! —rogó Alijua. De reojo, los jóvenes miraron al padre sin perder de vista a los ...
    Show more Show less
    10 mins
  • Audiocuento ‘¿Por qué pasan estas cosas, papá?’
    Nov 7 2024
    Audiocuento ‘¿Por qué pasan estas cosas, papá?’ Un audiocuento que nos hace pensar en la deriva de nuestro mundo, las catástrofes naturales y si Dios es culpable o no de lo malo que sucede. Disfruta este cuento y comparte si te bendice.
    Show more Show less
    24 mins
  • Audiocuento El Rey Loco
    Sep 5 2024
    Audiocuento 'El Rey Loco'. "Cuando matas a tu hermano, algo muere también dentro de ti. Estás matando a tu padre y a tu madre. Matas tu propia historia. Matas tu sangre. Acabas con tu futuro y asesinas, con la muerte de tu hermano, al mundo entero". Así comienza este cuento largo en el que aprendemos sobre la lucha en nuestro interior entre el bien y el mal, la carne y el espíritu.
    Show more Show less
    1 hr and 32 mins
  • Historia 'El peor día de un pastor esforzado'
    Nov 28 2023
    Historia 'El peor día de un pastor esforzado' EL PASTOR QUE FRACASÓ Un Pastor de un pequeño pueblo, llegó a la Iglesia animado y motivado para realizar la reunión de la noche, la hora pasaba y la gente no llegaba. Después de 15 minutos de atraso entraron tres niños, después de 20 minutos entraron dos jóvenes, entonces el Pastor decidió comenzar el culto con las cinco personas. En el transcurso del culto entró una pareja que se sentó en los últimos asientos de la iglesia. Cuando el Pastor hacía la lectura de la Biblia para la prédica de la noche entró otro señor, con sus ropas sucias y pelo despeinado. Aún sin entender el porqué de la falla del pueblo, el Pastor condujo el culto animado y predicó con dedicación y celo. Cuando volvía para su casa fue asaltado y golpeado por dos ladrones que se llevaron su bolso donde estaba su Biblia y otras pertenencias de valor. Mientras su esposa hacía las curaciones de sus heridas en casa, él describió aquel día como: - El día más triste de su vida. - El día más fracasado de su ministerio. - El día más infructífero de su carrera. Después de cinco años, el Pastor decidió compartir esa historia para la iglesia, mientras él terminaba de contar la historia, un matrimonio de gran referencia en aquella congregación interrumpe al pastor y dicen: “Pastor, aquella pareja de la historia que se sentó en el fondo éramos nosotros." Estábamos al borde del divorcio a causa de varios problemas y diferencias que había en nuestro hogar, en aquella noche decidimos poner un fin a nuestro matrimonio, pero primero decidimos entrar en una iglesia, dejaríamos allí nuestras alianzas y después cada uno seguiría su camino, pero desistimos del divorcio después que oímos la predica en aquella noche, hoy estamos aquí con el hogar y la familia restaurada; mientras el matrimonio hablaba uno de los empresarios mas prósperos que ayudaba en el sustento de aquella iglesia se levantó pidiendo la oportunidad para hablar, y dijo: "Pastor yo soy aquel señor que entró con aspecto desaliñado, estaba al borde de la quiebra, perdido en las drogas, mi esposa y mis hijos se habían ido de casa a causa de mis agresiones, en aquella noche intenté suicidarme, sólo que la cuerda se rompió, cuando iba a comprar otra cuerda, vi la iglesia abierta, y decidí entrar aún estando todo sucio, en esa noche el mensaje perforó mi corazón y salí de ahí con ánimo para vivir; hoy estoy libre de las drogas, mi familia volvió a casa y me convertí en el mayor empresario del pueblo. En la puerta de entrada el obrero que recibía las personas gritó: "Pastor... Yo fui uno de aquellos ladrones que le asaltó, el otro murió en aquella misma noche cuando realizábamos el segundo asalto, en el bolso usted tenía una Biblia, y yo pasé a leerla cuando despertaba por la mañana, después decidí entrar en esta iglesia... El pastor quedó en shock y comenzó a llorar junto con el pueblo, al final de aquella noche en que el consideraba como una noche de fracaso fue una noche muy productiva. 1- Ejerza su llamado con dedicación y celo más allá del número de participantes. 2- En los días más malos usted aún puede ser una bendición en la vida de alguien. 3- Dios usa las circunstancias malas de la vida para producir grandes victorias. 4- Nunca diga: "Hoy Dios no hizo nada." Solo por el hecho de que tus ojos no vieron eso. Hebreos 6:10 Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún.
    Show more Show less
    5 mins
  • Historia 'Corrie ten Boom es bautizada con el Espíritu'
    Sep 26 2023
    La holandesa Corrie ten Boom en su libro 'Misión Ineludible' nos cuenta una experiencia dramática, cuando perdió la memoria en Basilea (Suiza) y para sumar más angustia se fracturó la cadera. Pero en medio de aquella situación fue bautizada con el Espíritu Santo.
    Show more Show less
    10 mins
  • Historia 'El camino en la selva'
    Sep 25 2023
    Historia 'El camino en la selva' ¿Qué podía hacer este misionero perdido en medio de la selva africana si no había ningún camino que le guiara? Lo mismo que debemos hacer nosotros en este tiempo: seguir al Guía.
    Show more Show less
    2 mins
  • El esclavo Longman
    Sep 4 2023
    Historia basada en el célebre Longman: En el tiempo de la esclavitud existió un esclavo llamado Longman que llego a ser un célebre escritor. Recordando su antigua vida, cuenta que su amo, que siempre le había tratado muy bien, un día le dio un melón de tipo amargo por error. Cuando se dio cuenta le preguntó: -¿Cómo has podido comerte esta fruta tan nauseabunda? -He recibido muchas cosas buenas de ti, mi amo, ¿no debería admitir también lo amargo de tus manos? Esta respuesta impactó tanto a su amo que recompensó a Longman otorgándole la libertad, lo que le permitió dedicarse desde entonces a sus dotes literarias. Todas las cosas son enviadas por Dios para nuestro bien, incluso el amargo melón de la prueba; por tanto, como Job, aceptemos la adversidad con una fe paciente y un testimonio fiel. Anoche cuando dormía soñé -¡bendita ilusión!- que una colmena tenía dentro de mi corazón; y las doradas abejas iban fabricando en él con las amarguras viejas blanda cera y dulce miel. -ANTONIO MACHADO
    Show more Show less
    2 mins
  • Audiocuento 'El leñador intrépido'
    Aug 9 2023
    El leñador intrépido Fue una hazaña maravillosa hasta para un leñador intrépido. Se consideró algo extraordinario. Este cuento es una adaptación del capítulo 2 de Pasión por las almas, de Oswald J. Smith. El autor quiso, a través de esta fantástica narración, confrontar al lector con lo fútil de los logros humanos al compararlos con un llamado de Dios que puede afectar eternamente a miles de vidas, conduciéndolas a la salvación. Para entender mejor la historia es bueno leer la nota al capítulo, del propio Oswald Smith: Sobre la costa occidental del Canadá existen bosques de pinos donde no es extraño ver que algunos superan los cien metros de altura. La tala de semejantes árboles requiere de leñadores especializados, quienes, antes de derribar por tierra a esos gigantes, trepan hasta lo alto del tronco para cortar, en primer lugar, la copa e instalar, luego, los aparejos con los que transportar el tronco cortado. Se suelen hacer concursos de destreza entre los leñadores, que en ocasiones han producido caídas fatales. El leñador intrépido Fue una hazaña maravillosa hasta para un leñador intrépido. Se consideró algo extraordinario. Los alegres hacheros de la Costa del Pacífico nunca olvidarán la emoción que sintieron mientras observaban al temerario y audaz muchacho balanceándose entre el cielo y la tierra. Se había elegido el árbol el día anterior. Un inmenso pino Douglas de unos cien metros de altura, con un diámetro de dos metros en su base, perfectamente derecho y pelado casi hasta la copa. No era un árbol fuera de lo común, por lo menos en la Columbia Británica, pero se trataba de uno especialmente seleccionado y muy apropiado para el concurso de leñadores. El joven hachero, de diecinueve años, rostro alegre y aire despreocupado, era el centro de toda la atención aquella tarde. Después de meses de entrenamiento especial había llegado a ser uno de los mejores leñadores de la costa. Saltando por el tronco del árbol, con los clavos largos de su calzado y una correa alrededor de la delgada cintura, trepó los quince primeros metros como una ardilla y se hallaba ya muy arriba antes de que los robustos compañeros, al pie del árbol, se dieran cuenta de que había desaparecido entre las ramas. Echando la soga alrededor de sí, hincó los clavos de los zapatos firmemente en la corteza del árbol. Con su cabeza hacia atrás, seguía ascendiendo exitosamente ayudado por el excelente estado atlético de su cuerpo. Arriba y siempre hacia arriba escalaba, a la par que la inmensa copa se mecía por sus movimientos. Muchos de los observadores, cansados de mirar a lo alto, se acostaron de espalda para verlo mejor. Se oían incesantes gritos de asombro y excitación, animando al joven. Con razón se esforzaba. Era su día y él había concursado, no tanto para vencer a los rivales, lo daba por hecho, sino para superarse a sí mismo. Por fin, se detuvo a una altura de sesenta metros. Suficiente. Ahora a trabajar. Sacó su hacha y empezó a cortar el árbol dando vuelta al tronco continuamente, sosteniéndose con su fuerte correa. Daba golpes firmes, haciendo caer una lluvia de astillas sobre las personas que desde abajo lo observaban. De dos cosas tenía que cuidarse, pues había un par de posibles accidentes que todo hachero ha de evitar: si erraba un golpe podría cortar la correa que lo soportaba y el resultado sería fatal (hacía una semana que se produjo un incidente así en la Isla de Vancouver y el cuerpo lleno de golpes y sin vida del descuidado Tim se recogió al pie del árbol); además, tenía que estar bien seguro de que cortaba perfectamente el tronco en su circunferencia, no fuera que, al romperse el árbol, se rasgara llevando consigo la correa que estaba alrededor del cuerpo del leñador (tal cosa ya había acontecido a otro leñador y aún estaba fresco el recuerdo de ese fatal suceso). Pero el joven se mantenía muy alerta y lo había practicado cientos de veces. Todo debía marchar bien. La copa del árbol, cortada correctamente, cayó a tierra con el estrépito de un trueno, obligando a los leñadores a saltar a un lado para evitar ser golpeados por ella. Fue entonces cuando el intrépido leñador se vio frente a su peligro real. El tronco oscilaba peligrosamente, con movimientos de cinco a siete metros debido a la vibración causada por la caída de la copa. De no estar prevenido se hubiese dejado llevar por el tronco y como resultado del golpe su rostro hubiera quedado desfigurado al chocar una y otra vez contra el árbol. Tan violento fue el rebote. Descendiendo unos cuatro metros, con el fin de evitar un posible resquebrajamiento, se afirmó de nuevo para esperar que el inmenso pino dejase de oscilar. Y ahora, de acuerdo con las leyes de los trepadores, le tocaba dedicarse a preparar el aparejo: llevar arriba la polea de doscientos kilos, con un aparejo que tendría que asegurar en la punta del árbol. Pero el valiente muchacho no efectuó el ...
    Show more Show less
    17 mins